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¿DONDE COMIENZA EL PROCESO?

Rafa Daza martes, 27 de julio de 2010
En el caso de los procesadores, la técnica más común consiste en hacerlo trabajar a una velocidad mayor de la que marca. Los microprocesadores se diseñan de acuerdo a una gama de velocidades de trabajo que está más o menos establecida desde el principio. Este diseño se realiza con criterios electrónicos (caminos de la corriente eléctrica dentro del chip) y térmicos (el calor máximo que el chip debe ser capaz de disipar). Desafortunadamente, la ingeniería y la fabricación de chips no son ciencias exactas, y es imposible a priori conocer la velocidad exacta a la que un determinado chip será capaz de funcionar. Una vez se han obtenido una serie de procesadores (en principio todos a una misma velocidad establecida, por ejemplo de 800Mhz), estos chips son testeados en un banco de pruebas. Aquellos que pasan las pruebas de funcionamiento
a 800Mhz. se etiquetan como tal y salen a la calle. Los que no pasan la prueba son trasladados sucesivamente a las pruebas de velocidades inferiores (766 ó 733 Mhz. por ejemplo) y se marcan para la velocidad en que hayan superado las pruebas. La exigencia de estas pruebas es muy grande, y siguiendo con el ejemplo, podríamos encontrar en el mercado un micro originalmente diseñado a 800Mhz pero etiquetado como 733, lo que nos daría un “amplio” nivel de overclocking.


Este nivel de overclocking de un procesador dependerá del tipo, y modelo en concreto; algunos realmente no se pueden forzar, o en cantidad mínima. Por norma general, la velocidad de los componentes puede verse aumentada en una media del 15%, siendo los procesadores de Intel los que permiten ser más forzados, mientras que los de AMD no tanto, ya que suelen trabajar al máximo de sus posibilidades.

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